Viajar sin preparativos
Sin un programa diario que seguir, con la mínima información sobre la ruta a visitar, solamente con las cosas más imprescindibles en la mochila, a la espera de la oferta que el amanecer de cada día te ofrezca, entonces el viaje puede resultar, muy interesante.
Cuando nos desplazamos a otros lugares nos convertimos en foráneos. Al invadir la tierra de otros, uno debe adaptarse a lo nuevo, a lo suyo, a lo que los demás quieren, aprecian y respetan, sin oponernos a sus costumbres, comidas, o cultura.
Burkina Faso
El desierto
Al poco tiempo de regresar sientes nostalgia e inquietud por querer volver y seguir descubriendo aquellas tierras que te quedan por visitar. Un querer saber y compartir más cosas, más tiempo de vida, con las gentes de estos pueblos.
El alma negra
Cuando estas junto a ellos, recuerdas la niñez, la familia, los vecinos, tu pueblo. Los niños, corren descalzos, detrás de un burro, una gallina, un aro, o un camión fabricado por ellos, el caso es jugar, pasárselo bien. No conocen nada más.
Maestro y alumnos
Compañeros de viaje
“Encontrar o escoger un compañero de viaje no es nada fácil y mas si el viaje no es convencional, como travesías nórdicas en invierno, Alpes, Pirineos o Barranquismo…
Hay tres características a las que yo le doy mucho valor:
- Tener mucho “coco”, en el sentido de ser tenaz hasta el final.
- Estar físicamente bien preparado.
- No quejarse, reaccionar positivamente delante de los contratiempos.
Si hay una persona que me gusta viajar con ella y compartir aventuras, esta es Miguel Rius, cumple sobradamente con estas tres premisas.”